viernes, 20 de junio de 2014

ALTO DOURO. PORTUGAL

En el mes de mayo, aprovechando que teníamos casi una semana de vacaciones y que el tiempo acompañaría bastante en nuestro país vecino, nos acercamos a conocer una zona de Portugal que hasta entonces era una gran desconocida pese a su proximidad a Galicia: El Alto Douro, una región vinícola declarada Patrimonio de la Humanidad en 2001, con unos paisajes espectaculares.
Entramos a Portugal desde la autopista a la que se accede por Verín. Después de unos kilómetros, se ven unos carteles indicativos para que los extranjeros pasemos por un arco donde tendremos que asociar nuestra matrícula a una tarjeta de crédito, vínculo que será válido por 30 días y que nos permitirá circular sin parar en esta vía, que es la A24, así como también en la A25, en la A23 y la A22.

Chaves. Zona sólo de aparcamiento
Nuestra primera parada fue en Chaves, una población muy agradable para pasear, con un tamaño estupendo para aparcar en la zona habilitada para autocaravanas, junto al río y pasear por sus calles, algunas de ellas peatonales, y visitar la Torre del Homenaje del que fue castillo de la localidad, la Iglesia de la Misericordia, con un espectacular interior, con las paredes forradas de azulejos con escenas bíblicas, y el museo de la región, muy pequeñito y modesto, pero que está incluido en la entrada de la Torre del Homenaje por solamente dos euros.
No dejéis de buscar un rato para disfrutar de un café, en Portugal lo hacen como nadie, y en esta zona también son muy recomendables en esta época las cerezas, fabulosas y muy típico el jamón ahumado.
Pasamos un día muy agradable y a la vista de la señal que podéis ver en la foto, decidimos pernoctar en el centro. Lo hicimos en un aparcamiento al aire libre junto al hotel San Francisco, a menos de diez minutos andando de la Torre del Homenaje, muy llano y por la noche más que tranquilo. No tuvimos ningún problema.

Torre del Homenaje. Chaves

Chaves. Preciosas vistas desde el Parking de Autocaravanas

Arroz de pato de Castas e Pratos
Seguimos la ruta hacia el sur y llegamos a Peso da Régua, un pueblecito muy pequeño donde pudimos disfrutar de una comida maravillosa en el restaurante Castas e Pratos, que os recomiendo absolutamente, probamos un arroz de pato increíble (si pincháis en el enlace podéis leer la experiencia en nuestro blog Matibascorner). No pernoctamos aquí y como había sitio para aparcar frente al restaurante, no fuimos a ningún aparcamiento, pero sí lo hay, y con bastantes autocaravanas además, está al final del pueblo, cerca de este restaurante que os comento y está señalizado con una P y pone Autocarros.
Peso da Régua fue un punto importante en el siglo XVIII al pasar por aquí los barcos que transportaban el vino, así como las líneas férreas, pero hoy día es un lugar pequeño, de paso, con un pequeño museo dedicado al vino de la zona y poco más, eso sí, punto de partida para recorrer la zona de Alto Douro, a donde nos dirigimos a continuación.
Entre Peso da Régua y Vila Nova de Foz Coá la carretera es tan endemoniada y sinuosa como hermoso el paisaje, en algunos momentos, sin arcén, ni quitamiedos, realmente da un poquito de angustia, porque no tenemos dónde apartarnos, ni parar, y los locales se conocen el terreno tan bien que van circulando bastante rápido.

Casi llegando a Tabuaço
No lo hicimos del tirón, paramos en Tabuaço como punto intermedio, y aquí no pernoctamos en la autocaravana, nuestro niño "pedía papas", así que fuimos a una casita rural que la verdad es que no fue gran cosa, estaba a medio equipar, pero bueno, nos valió para ducharnos en condiciones, reponer agua y que el niño pudiese tener por un día un poco más de espacio...
A la mañana siguiente visitamos una de las muchísimas bodegas de la zona. Nos recomendaron Sandeman, y allá que fuimos. El lugar absolutamente increíble, aunque con el inconveniente de que en estas bodegas grandes las visitas se estandarizan y pierden un poco, me gusta ir a lugares más pequeños, pero esta bodega tiene muy buen acceso, sitio para aparcar con la autocaravana sin mayor problema y visitas guiadas todo el día, así que no quisimos arriesgar.

Vistas desde Sandeman
Estación de S. Joao da Pesqueira
Seguimos por la estrechísima carretera que va pegada al río Duero y que nos va regalando paisajes espectaculares de los que poco a poco van desapareciendo los viñedos para dar paso a una vegetación más seca con un relieve mucho más suave que nos acompañará nuestra siguiente parada: Sao Joao da Pesqueira, donde pretendíamos hacer un paseo en barco. El pueblo, pequeñísimo, la verdad es que no nos causó buena impresión, está muy sucio y resulta bastante ruidoso. Su emplazamiento es bellísimo y desde aquí salen no sólo barcos sino un pequeño autobús que va subiendo hacia un mirador próximo que imagino que tendrá unas vistas espectaculares.
Junto al río hay un pequeño paseo y una coqueta estación de tren con un museo que encontramos cerrado, sólo estaba abierta la tiendecita, donde se pueden comprar vinos, merchandising relacionado con ellos y también conservas artesanales.



Azulejos en la estación de S. Joao de Pesqueira
No tuvimos suerte con el paseo en barco, ya que o bien esperábamos tres horas y hacíamos un recorrido de una hora, o bien embarcábamos en el momento para un paseo de dos horas de duración. Con un niño tan inquieto como el nuestro la opción de dos horas no era planteable, así que nos quedó en el tintero.
 Seguimos nuestro camino hasta Vila Nova de Foz Coá. Aquí hay un Área de Autocaravanas enorme a las afueras de la población, con capacidad para unos 200 vehículos, nada menos, una grandísima explanada, no muy cuidada todo hay que decirlo, con zona para llenado y vaciado de agua y zona de parrillas y WC públicos. Había dos autocaravanas más, pero sinceramente, con un solo grifo habilitado no quiero imaginarme lo que puede ser una gran concentración... Imagino que de cara al verano le darán un lavado de cara a la zona y habilitarán las conexiones eléctricas; hay una en cada plaza de aparcamiento, pero las encontramos anuladas.
Curiosamente, a pesar de esta inmensa zona habilitada, la información que llevábamos nos indicaba que la zona de pernocta se encontraba frente al centro de salud del pueblo. Lo preferimos, porque el AC se veía muy apartada y en una zona muy solitaria, y donde dormimos estuvimos cómodos y muy tranquilos, a dos pasos del centro.

AC de Vila Nova de Foz Coá
Al no hacer el paseo, llegamos con más antelación de la prevista aquí, así que nos dimos un paseo por el pueblo, que nos impactó bastante por lo solitario, descuidado y en la zona histórica, bastante sucio. Esta región de Portugal es una de las más humildes, y tanto en este pueblo como en el anterior lo notamos mucho al callejear.

Vila Nova de Foz Coá. Pza del Ayuntamiento
El motivo de llegar hasta aquí era poder visitar el Parque Arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad, pero nuestro gozo en un pozo... Tienen un extraño sistema de visitas con el que hay que pagar 10 euros por adulto si hay 4 o más personas y 40 euros si hay menos. A la hora que fuimos no había nadie más, así que teníamos que pagar por la visita los 40 euros, en vez de los 20 que nos costaría si hubiese más personas. Decidimos que no queríamos pagar semejante dineral y la verdad es que este detalle no nos gustó nada de nada. Un lugar así debería ser accesible y tener un precio fijo, independientemente del número de visitantes, en mi humilde opinión.
Vila Real
Ya de vuelta a casa paramos para dar un paseo en Vila Real, una pequeña ciudad situada junto a la garganta de los ríos Corgo y Cabril, con un precioso entorno y unas amplias zonas verdes que nos encantaron. El tráfico de entrada es infernal, así que os aconsejo parar junto a la estación del tren y acercaros andando, atravesando un puente, pues no son más de diez minutos y no es fácil aparcar aquí y tampoco circular.
El paseo por el centro es bastante agradable, con preciosos rincones y plazoletas. Os aconsejo visitar la Igreja dos Clérigos y la catedral.

Interior de la Iglesia de los Clérigos

En Vila Real pasamos una noche, y el lugar en el que aparcamos nos pareció demasiado ruidoso para pasar la noche, pues es una de las entradas de la ciudad, de manera que decidimos improvisar y buscar alguna zona verde donde acomodarnos. Tuvimos muchísima suerte y descubrimos una zona preciosa y tranquilísima, el Parque Florestal, muy cerca del camping, y que es una inmensa zona verde, por donde circula el río Corgo, con paseo, zonas de picnic, rutas de senderismo, zonas boscosas... Y dormimos tranquilos. A la mañana siguiente recorrimos una parte del Parque, que disfrutamos muchísimo con el niño y el perro, no dejéis de acercaros por aquí.

Parque Florestal. Vila Real
Y hasta aquí nuestro periplo por tierras portuguesas. Desde Vila Real pusimos ya rumbo a tierras gallegas y terminaron estas vacaciones en un destino que nos enamoró y que os recomiendo sin dudarlo.
Fue nuestra primera experiencia autocaravanista un poco más larga, nunca habíamos pasado más de tres noches y como os decía, al niño se le hace mucho pasar esa frontera del tres, pero poco a poco se irá acostumbrando, cada vez viaja mejor en la autocaravana y este verano nos esperan un par de escapaditas de una semana.


Os presento a nuestro copiloto favorito. Quería probar el volante, pero ya nos pareció demasiado ¿verdad?

2 comentarios:

  1. Qué sitio tan chulo; yo estuve por la zona hace unos años pero me apetece repetir. Es cierto lo del café, no sé qué tiene Portugal pero a mí me encanta el café de allí, y eso que no soy especialmente cafetera. Qué majo vuestro copiloto, jeje.

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  2. Enhorabuena! Te he nominado para The Versatile Blogger Award! Visita mi blog: BeHippie. Un abrazo!

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