Llegamos a última hora de la tarde del domingo a Sabucedo, había llovido copiosamente los días anteriores y las zonas de aparcamiento, en pendiente, no hacían fácil el acceso con un vehículo del peso y tamaño de la autocaravana. Entramos en lo que popularmente aquí en Galicia se conoce como leira-párking, es decir, un pequeño terreno (abundantes aquí debido al minifundio) próximo a algún lugar de interés, que se delimita y al que el dueño permite el acceso pagando una cantidad.
Pegadita a la zona de la fiesta había una y no nos lo pensamos, 5 € y para arriba, pero... el problema llegó cuando quisimos poner los calzos, aunque aparentemente la zona tenía bastante hierba, la tierra estaba empapada, las ruedas giraban en el aire y nos quedamos allí, medio hundidos en el barro. Menos mal que los chicos que controlaban la entrada y una pareja que pasaba por allí nos ayudaron muchísimo y logramos instalarnos, aunque era imposible hacerlo sin inclinación.
Ojo, aviso a autocaravanistas, nos advirtieron que dado que era domingo y la fiesta terminaba al día siguiente, podíamos instalarnos, pero que los días previos no dejaban entrar a las autocaravanas tan cerca de la fiesta porque ocupaban mucho. Esto es lo que hacen los particulares, en cuanto a la zona que el ayuntamiento de A Estrada habilita para acampada, absolutamente imposible por su pendiente y abundancia de árboles, así que os aconsejo que os acerquéis el último día de la rapa, el lunes, que además es el día que tradicionalmente acuden los lugareños y se disfruta de otra manera, como os cuento en mi blog Matibascorner, en un post donde trato de reflejar la emotividad del momento y lo muchísimo que lo disfrutamos en familia.
El lunes por la mañana fue la cita de la última rapa del año. En el curro, con forma de anfiteatro, los lugareños juntan a los caballos que durante el año viven en libertad por los montes de Sabucedo. Cuando están todos los animales que han conseguido bajar, pues siempre queda alguno que no logran que lo haga, se separa a los potros y es el momento para que los niños se familiaricen con una tradición secular en la que tomarán el testigo en pocos años, convirtiéndose en aloitadores, hombres y mujeres (las menos) que en grupos de tres, dos en la cabeza y uno en la cola, van seleccionando los caballos, subiéndose a su grupa y tratando de calmarlo de pie o reducirlo en el suelo con el fin de vacunarlo y cortarle las crines, con un fin higiénico y sanitario, para de esta manera velar por la salud de estos animales.
No olvidemos que se trata de caballos salvajes, y de ahí la dificultad de la maniobra y su vistosidad. Los caballos además, acostumbrados a vivir dentro de su grupo, se ven obligados a juntarse en un pequeño espacio con otros grupos, surgiendo pequeños enfrentamientos entre machos dominantes, con coces, mordiscos y algún que otro desafío a dos patas bastante espectacular.
Fue maravilloso disfrutar de esta tradición sentados en las gradas con gentes de la zona, que sienten la fiesta tan dentro, que están orgullosos de sus caballos y de su Rapa, y con motivo, sin duda. Tenía cierto miedo a que la fiesta hubiese perdido parte de su esencia al hacerse más conocida dentro y fuera de nuestras fronteras, pero pude comprobar que no es así, y con emoción, que el pueblo de Sabucedo seguirá conservándola porque la siente muy suya, algo fundamental para que no se pierdan este tipo de tradiciones que llegan del medievo.
Más fotos de la Rapa das Bestas en nuestra página de Facebook
La verdad es que tiene que ser impactante verlo en directo.
ResponderEliminarEs tremendamente emocionante y sí, impacta, pero no es tan duro como transmiten algunas fotos, en eso me sorprendió mucho. Bss
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