"Cuando yo era muy joven y sentía dentro ese ansia de estar en otro sitio, las personas mayores me aseguraban que al hacerme mayor se me curaría ese prurito. Cuando los años me calificaron de mayor el remedio prescrito fue la edad madura. En la edad madura estaba ya seguro de que con unos años más se aliviaría mi fiebre y ahora, con cincuenta y ocho, de que tal vez la senilidad lo consiguiese. Nada ha funcionado" (pág. 15)
Así comienza el libro en el que el Nobel John Steinbeck nos relata su viaje en el que recorre, al volante de su autocaravana a la que bautiza como Rocinante, 34 estados de su país natal. Más de veinte mil kilómetros con el objetivo de conocer su país, a sus gentes, con la única compañía de Charley, su caniche gigante.
"Quería una furgoneta de tres cuartos de tonelada, capaz de ir a cualquier parte soportando condiciones posiblemente rigurosas, y en esa furgoneta quería una casita incorporada como el camarote de un barco pequeño" (pág. 18)
"Llegó en agosto, una cosa bella, potente y sin embargo ágil. Era casi tan fácil de manejar como un turismo normal. Y como el viaje que había planeado había provocado algunos comentarios satíricos entre mis amigos, le llamé Rocinante, que era, como recordaréis, el nombre del caballo de don Quijote" (págs 18-19)
Durante tres meses el escritor irá recorriendo por carreteras secundarias, y no sin dificultad en muchas ocasiones, pueblos, ciudades pequeñas e incluso lugares alejados donde es difícil el contacto con el ser humano en kilómetros a la redonda.
A lo largo de la narración Steinbeck nos hablará de su tierra, de las gentes con las que se encuentra, trabajadores normales y corrientes con los que trata de relacionarse y conocer un poco mejor. Sabe que la mejor manera de conocer los lugares y las personas es como él lo está haciendo. Sabremos del momento político que está viviendo su país, con sus tensiones raciales en el sur, con sus diferentes ritmos y formas de pensar, no siempre coincidentes con la imagen que tenía antes de su viaje.
Foto de www.ehowenespanol.com |
Son tres meses que en algunos momentos se hacen duros, en lo que en ocasiones la soledad le puede, aunque cuenta con la compañía de su fiel perro Charley, su compañero de viaje "un caniche francés viejo y caballeroso". Un viaje de una gran intensidad que está narrado con gran sentido del humor, plagado de reflexiones sobre la vida en el país en aquel momento, sobre cada lugar que atraviesa...
"Si me hubiesen depositado allí sin decirme que era Seattle, no habría sabido dónde estaba. Crecimiento frenético por todas partes, un crecimiento carcinomatoso. Las excavadoras penetraban por las laderas de los bosques y amontonaban la basura resultante para quemarla. La madera blanca rota de los encofrados se apilaba junto a los muros grises. Me pregunto por qué progreso se parece tanto a destrucción" (pág. 190)
Sin dudarlo os recomiendo este libro, por la facilidad de su lectura, por lo interesante que resulta todo lo que Steinbeck nos va relatando y por supuesto, porque comparte sus vivencias en autocaravana, lo que siempre es un valor añadido para los que compartimos esta afición.
Steinbeck y Charley |
Menudo viaje, desde luego.
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