Puerto de Bermeo |
Estando en Euskadi teníamos que tomar unos pintxos y un txakoli, así que nos estrenamos en Bermeo, con un paseito por el puerto y un poco de terraceo, aprovechando que el tiempo se comportó y mucho.
Esa noche nos instalamos en Getxo y dormimos de lujo. Eso sí, tuvimos que dar alguna que otra vueltecilla para buscar un sitio tranquilo.
La mañana siguiente disfrutamos de la playa de Ereaga Hondartza, cuyo entorno es fantástico por las vistas, el paseo, el carril bici...
La playa vista desde el paseo |
A la playa le encontramos el inconveniente de que estaba llenísima, nos gustan los sitios más tranquilitos, como alguno que descubrimos días más tarde.
Fuimos a pasar la noche a Bakio, un pueblo que como tal carece de interés, pero cuya playa, meca de surfistas de toda la zona, como pudimos comprobar, nos apetecía conocer. En este sitio hay un aparcamiento que es de pago en temporada alta y en donde se permite la pernocta a caravanas y autocaravanas. Eso sí, no hay ningún servicio, se paga simplemente por poder dejar el vehículo. Cuando nosotros fuimos ya había terminado la temporada y no había que pagar. Estando aquí nos tocó hacer la compra y os puedo decir que no hay nada céntrico, el super está bastante a desmano, desde el lugar en el que aparcamos, hay que caminar unos veinte minutos para llegar, en el centro hay un par de tiendas con cuatro cosas de comer y nada más.
Como el tiempo acompañaba y tuvimos un verano horroroso, de aquí nos fuimos a otra playa, muy diferente a la de Bakio. En la margen izquierda de la ría de Mundaka está la playa de San Antonio, un amplio arenal perfecto para ir con niños porque está muy recogida y es tranquilísima. Junto a la playa hay una isla pequeña, a la que se puede ir con la marea baja, es una distancia muy pequeña, y allí se está muy recogido. De hecho nos trasladamos porque en la playa hacía bastante viento. Eso sí, hay que tener cuidado porque a dos pasos ya nos cubre mucho.
A pie de playa es misión imposible llegar en autocaravana, pero a unos diez minutos a pie, hay un aparcamiento con bastantes árboles donde instalarse sin problemas, las plazas son muy generosas de tamaño.
En la playa hay un par de chiringuitos, así que a mediodía nos instalamos y nos comimos unos bocatas y unos helados antes de recoger bártulos hacia nuestro siguiente destino: la visita a la Cueva de Santimámiñe y al Bosque de Oma.
La cueva está cerrada al público y actualmente sólo se hace una visita en 3-D y luego la guía acompaña al grupo a la entrada de la cueva y se pueden ver los primeros metros, donde se explica un poco el trabajo de los arqueólogos. Una pena que no pueda verse en vivo, pero por motivos de conservación, como muchas otras, ya no puede hacerse.
El recorrido por el Bosque de Oma fue muy divertido, aunque algunos tramos antes de llegar son duros por las fuertes pendientes. La verdad es que tenía otra idea de este bosque, más pequeño, con menos árboles pintados. Lo pasamos estupendamente, y como el inicio de la ruta está justo en el acceso a la cueva, nos instalamos allí con la autocaravana y como era un día de semana y no había nadie, disfrutamos de una magnífica noche estrellada, con unos vecinos furgoneteros y rodeados de bosque, una noche fantástica con la que termina esta tercera parte de nuestro recorrido.
Desde luego, mucho mejor las playas tranquilitas.
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